Adicionalmente, en las fuentes primarias obtenidas en el archivo de la Biblioteca Nacional, se encontraron los informes generales de la compañía desde 1930 hasta el segundo semestre de 1952. En ellos no hay información sobre sus propiedades ni ganancias individuales, pero sí se muestra el valor económico en conjunto de los bienes que poseía la compañía y como éste fue cambiando en el tiempo, además de la inversión en maquinaria y en otras variables que dan a entender varios valores, como la inversión en publicidad, en medios de transporte, entre otros, que permite entender el contexto socioeconómico y la inversión que hizo la compañía a lo largo del tiempo.
En cuanto al estudio e interés sobre los contextos tabacaleros en Colombia, éste ha sido abordado desde la arquitectura, entre los que se resalta el del complejo industrial tabacalero de la Colombiana de Tabacos de Medellín, efectuado por Santana (2015); y el de Forero y Monsalve (2018), sobre el Antiguo Centro de Acopio de Tabaco en Barichara.
En ambos casos la investigación está estrechamente vinculada a los valores arquitectónicos, la caracterización de los materiales, los procesos que se daban en el espacio, las maquinarias y el valor de la construcción, teniendo en cuenta que estos elementos estaban directamente ligados al plan de desarrollo de una ciudad que estaba en crecimiento.
Con estas investigaciones se empieza dar una luz a la exploración de este tipo de espacios, y muestra la posibilidad de juntar la información de dos contextos totalmente distintos de una misma industria. Esto permitiría entender, desde una escala de análisis mayor, el contexto tabacalero colombiano de la época y los valores de identidad que este patrimonio puede traer consigo.
Entre los resultados de la investigación realizada, se conocieron a fondo las diversas dinámicas relacionadas a la Compañía. Desde su organización interna, la industria tabacalera en Soatá tuvo una división de trabajo específica, dando cargos de todo tipo a personas del pueblo y externas a lo largo de los años; se contaba con celadores, personas de servicios generales, trabajadores rasos, clasificadoras (en su mayor parte mujeres), coordinadores y finalmente administradores. Adicionalmente, se comprendió a profundidad sus características de funcionamiento, los horarios de atención al público, días específicos para la compra de tabaco, períodos en los que el complejo estaba cerrado al público y períodos de cierre total.
La unión de toda esta información permitió identificar que dentro del complejo no solo prevalecían prácticas como la venta del tabaco, sino que también hubo una selección, clasificación, empacado y otras dinámicas que la misma compañía tecnificó para un óptimo desarrollo. La relación entre los desarrollos tecnológicos e industriales, la mano de obra humana y la distribución espacial del complejo, suponen un aspecto esencial para la comprensión de lo que fue la Compañía Colombiana de Tabacos.